Derivado de la suspensión de clases desde aquel 17 de marzo aquí en Querétaro-México, como medida de seguridad ante la pandemia del COVID-19; en diferentes medios, impresos, redes sociales e incluso pláticas cotidianas entre padres y madres de familia, han surgido diversas preguntas sobre el futuro escolar de los niños de educación básica:
De manera natural y entendible, desde entonces comenzaron a haber dudas como: ¿se van a reponer las semanas que han perdido?, ¿lo niños perderán el año escolar? O frases como: “las casas no pueden ser ahora escuelas”, “los padres no somos maestros/as”, “los niños están dejando de aprender”.
Los docentes por su parte, se encuentran, aprendiendo en corto tiempo, nuevas formas de enseñar para dar “continuidad” al programa educativo, por lo que se dedican a explorar diversos recursos digitales desde sus casas.Lo cierto es que para todos, autoridades, docentes, familias, el país en general y al mundo en su totalidad nos tomó por sorpresa esta pandemia. Nadie estábamos preparados para poner pausa a nuestra vida cotidiana, nadie estábamos –y algunos siguen sin estar- dispuestos a recluirnos en nuestros hogares por unas semanas (meses quizá) y hoy ante la incertidumbre y catástrofe económica que se avecina, menos nos hacemos a la idea de parar.
Paralelamente, en este contexto los niños y niñas, viven sus propias historias. Quienes tienen oportunidad de estar en casa, en su encierro escuchan, miran, analizan, deducen, intuyen. Huelen la preocupación de los adultos, perciben la ansiedad de las mamás, observan las múltiples actividades que hacen los papás, describen el ir y venir de los que entran y salen de su casa. Están atentos a las medidas de seguridad que se deben tener, “nos lavamos las manos, cuando salimos, al regresar limpiamos los zapatos con esa agua que mi papá puso en una botella, sólo usamos unos mismos zapatos para salir a la calle, cuando lo hacemos llevamos cubre bocas y al regresar nos cambiamos la ropa y nos lavamos muchas veces las manos”.
Descubren su enojo por no poder salir a jugar con los amigos y amigas, se percatan de su aburrimiento y empiezan a buscar qué hacer para pasarla mejor; otros han optado por escribir cosas divertidas que están viviendo en sus casas, están jugando más tiempo con diversos juguetes, los que pueden salen a sus patios a andar en bicicleta o a correr, porque buscan el sol, se dan cuenta que les gusta sentir el aire; hablan de cuánto extrañan a sus abuelos, amigos y demás familiares.
Otros, con más creatividad y acompañados por sus papás juegan a hacer pasaportes y luego con ellos viajan de manera virtual o a través de la imaginación, a varios países y conocen
gente, museos, lugares, costumbres y otras tradiciones. Quienes tienen mascotas, se dedican con más tiempo a ellos, los atienden, los bañan, los alimentan, los cuidan. Se percatan de los
quehaceres del hogar y empiezan a colaborar en ellos, algunas veces a solicitud de los propios papás y mamás, y otras por iniciativa propia (como forma de terminar con su aburrimiento).
Los niños se están conectando con su esencia de seres humanos, están cambiando su perspectivas de vida, y pese a la adversidad, ¡¡LOS NIÑOS Y LAS NIÑAS SIGUEN APRENDIENDO!!
Psic. Martha Morales Servín
Texto rescatado y adaptado, del 23 de abril 2020
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